La Virgencita de Luján, Madre de la Nación
El Milagro de la Imagen: Corría el mes de mayo de 1630 cuand

El Negro Manuel:
El Esclavo de la Santísima Virgen María de Luján
Aquí no corresponde mirar nada más que la Santísima virgen como el centro del acontecimiento Mariano de Luján, pero es importante que conozcamos también la figura de un humilde servidor que amó tanto a la Santísima Madre de Dios.
DE AFRICA AL BRASIL

Servicio a un Marino
Al atracar la nave al puerto los negros fueron llevados a la plaza pública y allí expuestos a la venta como una mercancía más. Afortunadamente, pasó por el lugar un marino, capitán del patache San Andrés, entonces anclado en el puerto de Pernambuco, y atinó a fijar su mirada sobre aquel negro. Al marino le pareció excelente el muchacho y antes de que pudiesen hacerse mayores valuaciones y tratos, alegando su oficio de capitán de navío, pagó la suma convenida y lo llevó consigo para su servicio. Eran los últimos meses del año 1629. El capitán de navío, de que hablamos, se llamaba Andrea Juan y era portugués y tenía allá en su tierra mujer e hijos. Buscando mejor fortuna había venido por los años de 1615 a la ciudad de Pernambuco, puerto de gran movimiento, junto con un tal Antonio Faría de Sá y otro compañero, cuyo nombre desconocemos. Después de algún tiempo, los tres se separaron. El primero fue al mar y con los años ganó experiencia, alcanzando el grado de capitán; el segundo decidió trasladarse a Buenos Aires y aquí en procura de mayores adelantos marchó a Córdoba del Tucumán y adquirió una hacienda en Sumampa; el tercero de los compañeros se quedó para siempre en Pernambuco. Es el caso que el marino en julio de ese año 1629 había zarpado co

EN BUENOS AIRES
Después de unas escalas en Río de Janeiro y en Bahía de Todos los Santos el patache San Andrés llegó felizmente al puerto de Santa María de los Buenos Aires, el 21 de marzo. A su llegada el marino tuvo algunos inconvenientes, porque, como contrabandista que era -cosa muy común en aquellos tiempos, -los jueces de la Real Hacienda lo emplazan y detienen. Por suerte, una persona de grandes bienes de esta Ciudad y con la cual trabara amistad en anteriores arribadas, el capitán Bernabé González Filiano, contrabandista de mucha fama, sale ante las Autoridades por su fiador, como también de los demás compañeros de mar, solventando la deuda. El marino Andrea Juan para satisfacer a su amigo y como en agradecimiento le entrega a su esclavo y paje, el negro Manuel; y el capitán Bernabé González Filiano manda enseguida al negro a su estancia de Luján, para mayor seguridad y evitarse complicaciones. A todo ello, nuestro Andrea Juan deja el barco por una temporada y resuelve ser él mismo el portador de las Santas Imágenes, llevándolas personalmente hasta destino, a la estancia de su viejo amigo Faría de Sá, en la localidad de Sumampa.
EL NEGRITO TESTIGO DEL MILAGRO DE LUJAN
El conductor de las Santas Imágenes buscó una tropa de carretas y con ella partió al Norte, tomando para la primera parte del viaje, bien por amistad, bien por contrabando, el camino viejo en vez del nuevo, que era más cómodo. La prim

EN LA ERMITA DE ROSENDO
Bemabé González Filiano, favorecido por el Cielo con el insigne honor de dar abrigo en la vivienda de su estancia a una Imagen tan digna de veneración, comprendió enseguida que se hacía necesario edificar un Oratorio al culto de tan Soberana Señora, para que los muchos devotos que a su estancia concurrían pudiesen cumplir sus devociones. Es de creer que los más entusiastas de la obra serían Diego Rosendo, hijo del anterior dueño de la estancia, y el negro Manuel. La Ermita o Capilla con sus paredes de adobe y su techo de paja estaba terminada al tercer año del milagro de las carretas. Y fue en 1637 cuando el Obispo de Buenos Aires puso en ella el asiento de un Curato o Doctrina, que por la pobreza de clero tuvo una existencia muy efímera. Digamos que el negro Manuel fue el primer y principal propagador del culto a Nuestra Señora, que a los pocos años comenzó a ser llamada de Luján. Sin duda, Dios inspiró al dueño de la estancia lo mismo que al conductor de las Santas Imágenes, Andrea Juan, y quizás también al muchacho Diego Rosendo, dejasen al dicho negro Manuel consagrado al cuidado y atención de la Santa Imagen. Muy gustoso y contento se quedó el negro Manuel allí para servir y obsequiar con prolijidad y esmero a tan alta Señora en su bendita Imagen. Todo su cuidado era el-aseo y decencia de su altarcito; y se aplicaba con tanta solicitud al culto de esa divina Señora, que nunca tenía su Imagen sin luz. Sabía muy bien que había sido donado por esclavo a la Santísima Virgen, y entendía perfectamente lo que importaba una tal donación y así se reconocía por el verdadero y exclusivo esclavo de Nuestra Señora de Luján. El negro Manuel contrajo matrimonio con una mujer criolla, llamada Beatriz, esclava igualmente de la familia González Filiano. Quizás la boda se efectuó por los años de 1638 y es probable que se cumpliera en la Ermita de la Concepción del río de Luján, de la cual era tan devoto el negro Manuel y que la bendijera el cura de la Doctrina. Beatriz falleció antes del año 1670. Creemos decir verdad si afirmamos que la criolla Beatriz fue una fiel compañera del negro Manuel y que lo secundó plenamente en el empeño por mantener vivo el culto a la Santísima Virgen en la apartada Ermita de Luján.
EL PLEITO DEL ESCLAVO
Pasaron muchísimos años. Pero, un día la estancia y Ermita de Rosendo vinieron a caer en abandono por incuria de sus dueños. Fue entonces cuando una ilustre dama de Buenos Aires, doña Ana de Matas, pidió la Santa Imagen al administrador de esas tierras, a fin de darle mejor culto en su estancia ubicada también sobre el río Luján. En estos años de desolación el único que mantuvo siempre vivo el culto, fue el fiel esclavo de Santa María de Luján; el Negrito Manuel. Doña Ana concertó con su administrador Juan de Oramas, Cura de la Catedral, la suma convenida y se llevó a casa, en la estancia de Luján, la Santa Imagen. Pero al día siguiente de la entrega la Imagen de la Virgen no se halló en el lugar. Tras una intensa búsqueda, halló a la Señora en la Ermita de Rosendo. La llevó otra vez a su casa y la Imagen volvió a desaparecer. Entonces, ella creyó conveniente dar cuenta del asunto a las Autoridades Eclesiásticas y Civiles de la Ciudad y a todos les pareció que tan Santa Imagen debía ser trasladada solemnemente. Así se cumplió. y la Imagen ya no volvió a desaparecer. Unos atribuyeron este hecho a que en esta ocasión la Santa Imagen había sido trasladada con reverencia y dignidad y otros con mayor fundamento a que en esta ocasión vino con ella el negro Manuel, que era su devoto sacristán y que estaba dedicado al aseo y culto de su Ermita; lo que no había sucedido en las dos veces anteriores. En esta tercera hubo algunas dificultades que vencer; por cuanto el maestro Oramas y los de su familia alegaban ser el negro esclavo de ellos como herederos que eran del entonces difunto Bemabé González Filiano. El negro se defendía diciendo: Yo ser de la Virgen no más; el conductor de las Santas Imágenes, Andrea Juan, me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima. Lo mismo tuvo que repetirle el capitán, Bemabé González Filiano, mientras vivía, ya que éste en vida nunca lo removió de tal cargo. Sobre este punto corrió un litigio y bajó el negro a pleitear en la Ciudad; pero al fin se arregló el litigio al ofrecer Doña Ana cien pesos, con que cedió de sus derechos. Igualmente, una colecta popular encabezada por el sargento mayor don Juan Cebrián de Velazco a favor del fiel negro Manuel, dió una suma de 250 pesos, que satisfizo plenamente a la parte demandante. Es interesante transcribir las líneas de la escritura de venta en la que los herederos del capitán Bemabé González Filiano recalcan: que el negro Manuel ha intentado seguir la causa de si es libre, por razón de que ha estado sin sujeción asistiendo por nuestra devoción y consentimiento al servicio de la Capilla y altar de Nuestra Señora de Luján; pero todo ello no tiene fundamento, aunque haya personas a su favor que le muevan a tal empeño. Sin embargo, porque en el caso han intervenido muchas personas devotas de la dicha Santa Imagen de Luján, para que no cese la obra buena y devoción del dicho Manuel, como se experimenta, así lo vendemos en venta real para la obra de dicha Santa Capilla e Imagen de Luján, para que la sirva y cuide de su culto, veneración y aseo. El traslado de la Santa Imagen desde la estancia de Rosendo a la casa de doña Ana de Matas tuvo lugar pocos días antes de la fiesta de la Purísima Concepción en 1671 y el pleito del negro Manuel quedó terminado recién a fines del 74.
MÁS PURO Y BLANCO QUE LA NIEVE
Doña Ana de Matas, mientras levantaba los planos para la Capilla prometida en bien de los piadosos fieles, abrió contiguo a su casa un pequeño Oratorio, que atendía el negro Manuel. Y fue también en este tiempo cuando la señora de Matas, llevada de su cariño, recubrió con ropajes, a la usanza española, la Santa Imagen. Y ahora detengámonos un poco en hablar de las virtudes de este negro Manuel. Parece ser que así como la Reina Celestial se valió de la sencillez del pobre indio Juan Diego para promover el culto, que se le da a la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe (que también es de la Concepción), y se venera en un cerrito junto a la ciudad de México, así también quiso valerse de este negro llamado Manuel, de una alta devoción y simplicidad, para propagar el culto de la Imagen de Nuestra Señora de Luján. Todo el cuidado del negro era el aseo de su altar, el encenderle velas y ungir con el sebo de su lámpara a los enfermos que venían de partes diferentes a buscar en la Virgen su remedio; y no pocas veces con efectos maravillosos. Su inocente simplicidad era tal que algunas veces trataba a la Santísima Virgen con extremada familiaridad. Una vez hecho ya el pequeño Oratorio a la Virgen contiguo a la casa de Matas, y estando ya colocada en su nicho la Imagen, el negro Manuel se dio cuenta que algunas noches faltaba del nicho, y por la mañana la encontraba en él, llena de rocío muchas veces u otras con el manto y vestido llenos de abrojos y cardillos, o llena de polvo y barro, y en estas ocasiones le decía: Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿y, como Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando véis que os tratan tan mal?. Con aquellas señales del vestido quería acaso la Virgen darnos a entender, que con sus pies y que con su Corazón maternal iba en busca de los pobres pecadores, para convertirlos y llevarlos al cielo. Y nuestro bendito negro Manuel con los cadillos, abrojos, barro y polvo, que sacudía del vestido de la Virgen, obraba maravillas en bien de los devotos. Uno de los más famosos milagros obrados por el negro Manuel y seguramente el más celebrado fue la curación del Padre Pedro de Montalbo. Por los años de 1684 sucedió que el licenciado don Pedro de Montalbo, un presbítero, que enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. Viéndose asi afligido se fue en un carretón a hacer una novena a la milagrosa Señora de Luján en los días de su fiesta patronal, llegando a la Capilla, como a una legua de ella, le agarró un ataque de asma, al parecer de los que le llevaban, estaba casi muerto: y en aquel estado llegó cerca de la puerta del Oratorio, salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Santa Imagen, recobró el conocimiento, y empezando a consolarle le dijo el negro Manuel: La Virgen Santísima le quiere para su Capellán; el prometió, si le daba la salud, serlo toda su vida. Luego echó mano de algunos de aquellos cardillos y abrojos, que solía guardar cuando los despegaba del vestuario de la Imagen, mezclados con un poco de tierra del barro que sacudía de sus fimbrias, pidió a la señora, doña María Días, le hiciera de todo ello una especie de Té. Y se lo dieron a beber al enfermo en nombre de la Santísima Virgen, y con solo este remedio quedó libre de sus ahogos y enteramente sano.
LA MUERTE DEL NEGRO MANUEL
El negro Manuel con la barba muy crecida, a manera de ermitaño, llego a una ancianidad decrépita y llego a ser el amigo y consejero de todos los habitantes de esas dilatadas comarcas. Ayudó no poco a la prosecución de la obra de la Capilla, cuyos cimientos bendijera un fraile Carmelita y que el licenciado Pedro Montalbo tomara con mucho afán hasta verla terminada, y así el bendito negro continuó en servicio de la gran Señora hasta el final de sus días. Estando enfermo dijo un día a los presentes: Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria. En efecto, su muerte aconteció en el día que había dicho, y es de creer piadosamente que se cumplió su vaticinio por entero. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo logró su cuerpo sepultura detrás del altar mayor del Santuario que el Capellán Pedro de Montalbo terminara de edificar, descansando a los pies de su bien amada Imagen de Nuestra Señora de Luján. Sabemos también que en su muerte se le hallaron en depósito catorce mil pesos de las limosnas que los devotos y peregrinos habían ofrecido para el culto de la Santa Imagen, y con esta plata se fundaron después muchas de las haciendas de ganados que luego poseyó el Santuario. Su muerte aconteció en la primera mitad del año del Señor de 1686. La fama de santidad y de gran siervo de Dios que el negro Manuel dejó en su muerte no amenguó con el tiempo. Cuando don Juan de Lezica y Torrezuri se hallaba empeñado en la construcción del nuevo templo de Luján, y quizás en el año de

CONCLUSIONES
El Negro Manuel sirvió por espacio de más, de cincuenta años como humilde esclavo a la Celestial

El era el acólito de la Virgen de Luján, y obedeció a esa Madre Celestial, y su hijo, “El Amado”; Nuestro Señor Jesucristo, quien lo usó como instrumento para obrar prodigios para su gloria. Los Sacerdotes adherían a ello, pues no hay quejas que se presentaran al Obispo, ni tampoco al Santo Padre, ni a la mismísima Justicia la cual en esos momentos no era exactamente simpática con las personas de color. En aquellos tiempos donde los “Negros”, solo eran esclavos del hombre, por el hambre de humanidad. El Negrito Manuel era esclavo de Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo y de María, Madre de Jesús y Madre Nuestra. Es indiscutido que fue obediente a la iglesia, de lo contrario el pueblo de Luján, o la justicia, o la misma iglesia hubiesen dejado constancia de su desobediencia.
El Negrito Manuel rezaba y encabezaba junto a los sacerdotes las procesiones de la Iglesia.
Las leyendas “negras” (por maldad y no por color de piel) que han surgido, son meramente una forma de doblar la verdad, sectas estrafalarias han usado aquel ejemplo de sumisión a la Virgen, para desvirtuar a la iglesia, diciendo que hacía magia negra, o que en realidad profesaba una adoración a otra diosa pagana, para acercarlo a sus prácticas ocultistas y tomar por asalto esta imagen inmaculada para hacer porquerías.
Estos asquerosos hijos de la mentira, en realidad ponen la imagen de la Virgen obvio, sin ser bendecida, para adorar en realidad una deidad que tiene relación en línea directa con imagenes antropomórfas de orígenes prácticamente prehistóricos (ja!!! y son los mismos que a nosotros nos acusan de cerrados y atrasados).
El Negrito Manuel deja como legado un ejemplo de obediencia a la iglesia, y respeto a la autoridad del Sacerdote.
El Servidor desobediente a mi criterio imita la misma actitud que tuvo Satanás, quien gritando "NON SERVIÚM" (no serviré) traicionó al Padre Celestial y Señor de los Ejércitos.
Un Servidor que obra sin autorización del Sacerdote, o que desarrolla una práctica al margen de una orden expresa del Sacerdote,
CLARA Y EXPRESAMENTE ESTÁ TRAICIONANDO
A LA IGLESIA Y POR ENDE A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR.
Ningún laico TIENE PERMISO DE HACER EXORCISMOS O PARA HACER Y ENCABEZAR LIBERACIONES, PUES ELLO
ES RESERVADO COMO TAREA ESTRICTA DEL SACERDOTE.
ÉLLOS HAN SIDO UNGIDOS POR EL OBISPO PARA ESA TAREA POR ESO....
SI UN SERVIDOR TE DICE YO TE HAGO
UNA ORACION DE LIBERACIÓN >>>>>>O UN EXORCISMO<<<<<…
ES MENTIRA >>>NO LO ACEPTES…
LO HACE A ESPALDAS DEL SACERDOTE >>>
POR LO TANTO OBRA EN DESOBEDIENCIA A LA IGLESIA Y A JESÚS,
>>>>> Y NO PUEDE LLAMARSE UN BUEN CATÓLICO.
He oído también gente que suele decir…
yo tengo permiso de mi Obispo para hacer oración de liberación.
ESTO NO SIRVE COMO EXCUSA, PUES SU PERMISO NO ES VÁLIDO, SI ESTÁS EN OTRO LUGAR QUE NO ES TU DIOCÉSIS.
Por ello nunca hagas esto, ponés en problemas serios a al Sacerdote de tu comunidad, y comprometés al Sacerdote del lugar que visitás.
La obediencia, la sumisión a la iglesia y la humildad mostrada por Manuel, son vivo ejemplo de cómo se debe obrar, me tomo el atrevimiento de robar de la prodigiosa pluma de la Dra. María Ángela Cabrera, Directora del Seminario Catequístico de Morón la que le dedicó estas hermosas y dulces estrofas al Negrito Manuel verdadero modelo de Servicio: