omingos más el Domingo de la Pasión (seis en total), en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la Misa católica no se canta el “Gloria” al final del acto penitencial (excepto el Jueves Santo en la misa de la Cena del Señor), ni el “Aleluya” antes del Evangelio. El color litúrgico asociado a este periodo es el morado que significa discreción, penitencia y dolor.
Según San León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana” (Esta definición es deducida del análisis del sermón 42).Se trataba, por tanto, de un tiempo, introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. El Catecismo de la Iglesia Católica retoma esta idea y la expresa de la siguiente manera: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).
El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente de los fieles católicos. La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser éstos quemados. Mientras el sacerdote impone la ceniza dice una de estas dos expresiones: "Conviértete y cree en el Evangelio" ( Mc 1,15) o "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Gén 3,19).
Imposición de las cenizas
El miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma. Los fieles cristianos inician con la imposición de las cenizas el tiempo establecido para la purificación del espíritu.Recuerda una antigua tradición del pueblo Hebreo, que cuando se sabían en pecado o cuando se querían preparar par una fiesta importante en la que debían estar purificados se cubrían de cenizas y vestían con un saco de tela áspera. De esta forma nos reconocemos pequeños, pecadores y con necesidad de perdón de Dios, sabiendo que del polvo venimos y que al polvo vamos.
El Miércoles de Ceniza es un llamada a la Conversión, como comunidad cristiana y como Iglesia
Las cenizas nos recuerdan:
El origen del hombre:
-"Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7).
El fin del hombre: -"hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
Dice Abrahám: -"Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27). -"todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29)
La raíz de la palabra "humildad" es "humus" (tierra). La ceniza es un signo de humildad, nos recuerda lo que somos. Las cenizas, como polvo, son un signo muy elocuente de la fragilidad, del pecado y de la mortalidad del hombre, y al recibirlas reconocemos nuestra limitación que proviene de la riqueza, ciencia, gloria, poder, títulos, dignidades, que de nada nos sirven son solo ostentación. A ver entendamos bien este concepto... no significa que debemos ser pobres y burros para que Dios nos ame más, se trata de no "pasarnos de vuelta".
Inspirados por las Sagradas Escrituras, algunas comunidades religiosas tenían la costumbre de poner a sus hermanos moribundos en la tierra o sobre cenizas. En Job (Jb 42,6) la ceniza simboliza dolor y penitencia. La costumbre de imponer la ceniza se practica en la Iglesia desde sus orígenes. En la tradición judía, el símbolo de rociarse la cabeza con cenizas manifestaba el arrepentimiento y la voluntad de convertirse: la ceniza es signo de la fragilidad del hombre y de la brevedad de la vida. Al inicio del cristianismo se imponía la ceniza especialmente a los penitentes, pecadores públicos que se preparaban durante la cuaresma para recibir la reconciliación. Vestían hábito penitencial y ellos mismos se imponían cenizas antes de presentarse a la comunidad. En los tiempos medievales se comienza a imponer la ceniza a todos los fieles cristianos con motivo del Miércoles de Ceniza, significando así que todos somos pecadores y necesitamos conversión. La cuaresma es para todos. Las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos. Se debe aclarar que no tendría sentido recibir las cenizas si el corazón no se dispone a la humildad y la conversión que representan.
Como se imparten las cenizas
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa, después de la homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote, se puede
hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la Palabra.
Las cenizas son impuestas en la frente del fiel, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras Bíblicas:
«Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio».
Las cenizas son un sacramental. Estos no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia los sacramentales «preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella» Catecismo (1670 ss.).
Jesús Rey de Reyes y Señor de Señores nos llama a través del evangelio a perdonarnos, el perdón es una de las fuentes de sanación más importantes, la falta de perdón hacia nuestros hermanos nos viste y reviste de un manto de enfermedad, nuestro cuerpo responde al resentimiento y al odio con enfermedades psicosomáticas, es decir aparecen enfermedades porque nuestra psiquis no puede enfrentar un hecho traumático. Cuantas enfermedades nerviosas se profundizan o agraban por la falta de paz, cuantas veces nos hacemos mala sangre, y la presión se nos va al techo, por "ese desgraciado o desgraciada que me hace la vida imposible", ¿cuantas veces a ese dolor se le suman otros que vienen de la misma raiz?, acaso a veces no somos nosotros también los que con hostilidad y desprecio, hacemos comentarios despreciables sobre el que nos hizo daño, fruto de la herida que nos queda. Hermanos... nosotros no vemos y persivimos estas reacciones pero la conciencia SI... y habla... mejor dicho... susurra... y eso es lo peor... susurra despacito... la conciencia sabe que nos equivocamos, Jesús nos pide perdonar 70 veces 7... mejor no sacar la cuenta...porque eso significa... siempre. Acaso Dios Padre no nos perdona siempre nuestros pecados, aún los más graves. Bien debemos imitar nosotros al Padre y al Hijo, pidiendole fortaleza al Espíritu Santo, y así perdonar liberándonos así del rencor que nos oprime y nos hace suceptibles al mal... si hermanos, el rencor, el odio, la avaricia nos hace debiles y suceptibles, ante las tretas del maligno. Bienestar, Placer y Poder... tentaciones que casi desde el momento que Dios nos dió aliento son la trampa que nos aleja del Padre y de nuestros hermanos en Cristo y María Santísima. Perdonemos como el Padre Eterno perdona y mirará con compasión nuestras miserias, el día que estemos ante su presencia.

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